La violencia impide a la ONU distribuir ayuda alimentaria a un millón de sirios
Por: Mmikel Ayestaran (09/01/2013 - 04.18h)
Reuters - "Refugiados sirios en el campo de Al-Zaatari, en la ciudad jordana de Mafraq"
La ONU sigue ofreciendo cifras sobrecogedoras sobre Siria,
pero a ninguna de las partes inmersas en el conflicto parece importarle
demasiados los números. El alzamiento contra Bashar Al Assad cumplirá
dos años en marzo y tras informar recientemente de que ya hay más de 60.000 muertos, el organismo internacional calcula que 2,5 millones de personas precisan asistencia alimentaria
tanto en zonas controladas por el Gobierno, como en lugares bajo
control de los grupos armados de la oposición. La intensidad de los
combates y las restricciones impuestas por las autoridades impiden a la
ONU hacer su trabajo y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) lamenta
que al menos un millón de sirios no recibe ayuda de ningún tipo.
Los civiles son las grandes víctimas de una guerra cuya cara visible la forman los casi 600.000 refugiados que han huido a los países fronterizos, pero que tiene otra cara oculta que son los desplazados internos.
La asistencia del PMA se centra sobre todo en estas víctimas que
suponen el 85 por ciento del 1,5 millón de sirios que reciben ayuda del
organismo internacional. Tras el cierre de las oficinas en Homs, Alepo,
Tartús y Qamisly por motivos de seguridad, la ONU trabaja
fundamentalmente a través de la Media Luna Roja, un organismo que está
«sobrecargado y no tiene capacidad de expansión», declaró la portavoz
del PMA, Elisabeth Byrs, en una rueda de prensa celebrada en Ginebra. La
falta de pan y combustible son alarmantes y «estamos haciendo gestiones
para importar combustible con fines humanitarios a fin de resolver el
impacto de la carencia todo el país. Esto ha estado afectando la
capacidad de la organización para la distribución de los alimentos»,
según Byrs.
Rechazo al plan de Assad
Mientras los ciudadanos sueñan con el fin de esta pesadilla
y sobreviven entre dos fuegos, diplomacia y política siguen con su
ritmo particular en busca de una salida dialogada, un
ritmo mucho más lento del exigido por la situación. La denominada
«propuesta de paz» presentada por Bashar Al Assad el domingo ha servido
para mostrar una vez más las dos partes irreconciliables que se enfrentan sobre el terreno.
El consejo de ministros realizó una primera reunión en Damasco para
«debatir los mecanismos y medidas necesarios para iniciar la
implementación», informó la agencia Sana, de un programa cuyo mayor y
casi único defensor hasta el momento es Irán, último aliado regional del
régimen. La presidencia iraní calificó la iniciativa de Assad como el
camino «hacia una solución política a la crisis en Siria a nivel
nacional, regional e internacional».
En el otro extremo se encuentran los opositores al
presidente en Siria y en el exilio que, pese a sus diferencias, se han
unido en la crítica frente al plan. Quedan cada vez menos históricos de
la lucha política contra los Al Assad dentro del país, pero cuentan con
figuras como Hassan Abdel Azin, líder del Organismo Nacional para el
Cambio Democrático en Siria, quien rechazó tomar parte en cualquier
conferencia o diálogo nacional hasta que las autoridades «liberen
a los prisioneros, aseguren la llegada de ayuda humanitaria a todos los
ciudadanos y hagan público el paradero de los desaparecidos».
También el movimiento Reconstrucción del Estado Sirio, dirigido por
Louay Hussein, censuró a Assad porque «no es posible una solución a
través de un proceso supervisado por este régimen».
Fuente: www.abc.es
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